miércoles, 15 de diciembre de 2010

..:: El veinte y el siete a las dos con siete ::..

Desde el primer día desviaba la mirada para buscarte, primero curiosidad, entre el sonido de tus zapatos de un lado a otro y mi imaginación, hasta que simplemente no dejaba de aguardar a que franquearas  el camino junto a mí.

No había saludos, no había charlas. Así pasaron los días entre mi timidez y el contraste del tiempo. Después, un día sin saber cómo, compartíamos las mismas noches aunque fuera por un instante, un saludo fugaz que al mismo tiempo era despedida.

Más días pasaron; entonces mi sueño era tu vigilia. Hasta que un día nos sentamos a conversar. Me gustó tanto que quise repetirlo una y otra vez, sin embargo, una permuta nos dejó al revés. Conmigo esperando a que tus ojos se abrieran, mientras yo velaba tus sueños desde mi lugar.

Es interesante, algunos lo llamarían egoísmo pero yo te quería más tiempo y sólo para mí. Le debo tanto a un vaso de poliestireno expandido, al agua y al azúcar; pero más le debo a tu consentimiento para cada conferencia nocturna.

Uno a uno llegaron los síntomas, indicios que se tornan evidencias. La mente comienza a desdeñar lo que es ajeno a ti, y uno simplemente piensa en cómo se verá el color de cada estación contigo.
Fue cuando me cayó el veinte -y el siete- a las dos con siete. Ese día me volví partidario de la pertenencia mutua y renovado creyente de viejas causas olvidadas. Entre suspiros que no acaban y sonrisas incontenibles día y noche.

Así fue más o menos la historia de cómo me enamoré de vos. He dicho más o menos porque mucho me ha faltado por escribir, pero el punto subyacente es un hecho ¡Me enamoré de vos!

miércoles, 28 de julio de 2010

..:: Deber-ser ::..

Un gran poeta mexicano (Eduardo Lizalde) ha escrito: “Los poemas son como las casas / tienen que estar habitados para ser poemas”

Ese es mi problema con la poesía, lleva mucho tiempo deshabitada y sin atender

Soy un pésimo inquilino, que deja crecer los zarzales en el jardín y hace ojos esquivos de los pájaros ocultos en la fronda

Invasor ocasional si no involuntario

Así no se hace poesía; así no debe hacerse nada

Las cosas que no tienen una razón no duran mucho, otros dicen que ni siquiera deberían existir

¿Me pregunto si habrá poesía que no debería existir? Poesía sin razón, poesía que no lo es

Lo pienso tanto, como se piensa respecto de uno mismo

¿Cómo deberían ser los humanos para poder serlo?

Ese es mi problema con la humanidad...

miércoles, 23 de junio de 2010

..:: Pandora'nin kutusu ::..


Este tipo de entradas acostumbro escribirlas en otro blog 'Cinematograf - Cinema', no obstante, no es la primera vez que desafío a mi inquebrantable orden imaginario y seguramente, tampoco será la última. En otras palabras, es bueno no tomarse a uno mismo tan en serio todo el tiempo.

Este día fuí con un par de amigas a la Cineteca Nacional, la intención inicial era ver una película dirigida por Spike Jonze, sin embargo, gracias a  una deficiencia mía en la interpretación de carteleras, no logramos llegar a tiempo. 

Para no desperdiciar nuestro largo traslado, decidimos elegir otra película para mirar. Entre dos posibles opciones escogimos La Caja de Pandora, una película turca del director Yesim Ustaoglu.

La historia se desarrollaba lentamente, con una suave introducción que nos presentó poco a poco a los personajes. Dos hermanas Nesrin y Güzin junto con su hermano Mehmet (éste último me recordó montones a cierto maestro jedi). Ellos reciben la noticia de que su madre -una vieja matriarca que vive sola en su pueblo natal-, se ha perdido en las montañas, así que el viaje que emprenden para buscarla comienza a abrir una verdadera caja de pandora.

De cierto modo cada uno de ellos está perdido en su modo de vida al igual que su madre Nusret. Cuando al fin logran hallarla, deciden llevarla con ellos a Estambul. Es allí donde descubren que ella padece Alzheimer, lo cual propicia todo tipo de dificultades para ellos.

Mientras Nesrin y Güzin no saben qué hacer, surge un entendimiento entre Murat, el hijo adolescente de Nesrin y su abuela Nusret.

Me apena no recordar exactamente una frase dicha por Memeth, cuando le dice con un aire resignado y socarrón a un desconcertado Murat "Así es la vida, en algún momento te rindes". Sin embargo, Nusret parece demostrar lo contrario al querer volver a su montaña, la misma que se niega a querer olvidar.

Muchos podrán identificarse con las situaciones que plantea esta película, en especial si han pasado por una situación así en la familia (o con su propia vida). En verdad son hechos difíciles de explicar y en este aspecto me parece que la película cumplió con su cometido.

miércoles, 26 de mayo de 2010

..:: Dulce-Acrişor ::..

Muchas veces podemos llegar a olvidar.

Se olvidan grandes trozos de la infancia, algunas historias que solíamos leer. Se puede olvidar media semana pasada y aquello que dijimos ayer.

Hoy recordé algo, algo que muchos no creerían posible olvidar.
Por mucho tiempo permití que lo que antes era inocencia y dulzura, se tornara en una rígida acidez.

Olvidarse de los sentidos para evitar el vértigo de vivir, lo convierte a uno en mera herramienta utilitaria de una razón incompleta.

Basta una sonrisa
Un suspiro que explora
El agrio que ahora es dulce
Un diálogo entre manos
El sonido de una jarana
Y un son para el corazón