sábado, 7 de marzo de 2009

..:: Comentarios ::..


Y es que Enrique se ha despertado a tiempo, pero no contaba con la astucia del azar. Que ha debido hacer un par de cosas de urgencia y salir corriendo camino al metro.
Cuando al fin logró llegar, se encuentra con que ya han pasado 45 minutos de la hora acordada y es en ese instante, cuando se contacta con uno de sus amigos a los que había invitado a ver la exposición. Oportunamente es él quien le informa dónde podría encontrarse la galería, la misma que Enrique mira poco a poco mientras reconoce un par de fotografías.
Aquella donde una señora descansa sobre su silla, sentada en una gran cocina, con anafres apilados ceremoniosamente uno sobre otro. Esa fotografía le recuerda a su amigo aquella cocina donde su abuelita prepara las cosas allá en Oaxaca.
Una más en la que una Galilea, doblada más de un par de veces, mira pasar a los automóviles desde la acera. Eso quizá está entre la estación de Buenavista y El Chopo, camino del metrobús, pensó Enrique en voz alta.
La niña del vestido, la fiesta de los Reyes... Enrique no sabe de fotografía, pero un detalle como Tweety mirando desde una mochila a una mujer mayor lo hace sonreír. Las fotografías lo hacen sonreír, imaginarse en el sitio donde fueron tomadas e imaginarse también a la persona que las tomó.
Una película en el auditorio, Enrique se asoma mientras su amigo le dice que necesita ir por unos papeles. Enrique no quiere irse pero decide acompañarlo. Sin embargo, camino a la salida, se detiene de golpe y saca su cámara del cereal. Enfoca el pequeño papel junto a las fotografías y deja que lo demás fluya por sí solo.

No hay comentarios: