domingo, 8 de diciembre de 2013

A veces olvido

Dejarme ir, perderme de nuevo antes de que me consuma esta ruina que soy.

Mis recuerdos y yo, la ansiedad que respira por mí en cada poro junto a este sudor frío.

Estoy solo, mientras mi corazón dormido sueña con esas pesadillas que han encontrado su camino a la vida diaria.

Este cuerpo es el instrumento de toda una vida, el camino que recorre el sentimiento antes de ser melodía, y su canción de nostalgia lo inunda todo con lágrimas y notas discordantes.

Escritores, instrumentos solitarios de un llanto lejano que dejan mensajes aquí y allá; culturas perdidas, llenas de secretos; lugares a los que al llegar son sólo ruinas de pie ante el ocaso.

Estoy solo y mi corazón está dormido. Las pesadillas se entretejen alrededor suyo y lo cubren por completo.

Los escritores no duermen, viven una vida a cada instante, a ellos únicamente los adormece la muerte con su arrullo al final del día.
Los escritores encuentran y pierden aquello que siempre buscan, enamorados de la fatalidad.

Para ellos, anunciarse triste es una presunción.

martes, 19 de noviembre de 2013

No voy a mentir

A veces pienso que nada va a cambiar. Que lo mejor es sentarse a esperar que el corazón me muerda el pecho y dejar que se atragante con esta vida de miserias.
 
Debe ser un gran peso el ser tan ligero y no poder volar.

jueves, 31 de octubre de 2013

Proyectos y trabajos

Hace un par de semanas cumplí un año trabajando para este blog:
 
 
Es uno de esos proyectos en los que uno decide ponerse la camiseta y comprometerse con los objetivos y los valores que representa. Paso a paso, sin detenerse.
 
 

viernes, 11 de enero de 2013

De licencia

Antes de perder la razón dejé escrito un manual sobre cómo debía comportarme cada día,
los hábitos que tenía que seguir y cómo debía sonreír.

A veces me extraño, porque muchas cosas no pueden hacerse usando el manual y suspiro
pensando en que el viejo yo habría sabido qué hacer. Siento como si me hubieran dejado
encargada una vida de la cual yo no sabía nada y me da miedo arruinar.

Hay días en los que quisiera comenzar a vivirla como si fuera mía, empezar desde cero y
tomarle las riendas. Pero luego me acuerdo que un buen día, ese extraño joven podría
volver y sería incapaz de comprender los cambios que ha tenido su vida.

Quizá sería considerado escribirle un manual donde le diga qué hacer cuando yo me vaya; sería muy corto, pues sólo tendría una instrucción:

-Haz lo que creas mejor para ti, porque no pienso regresar.

P.D. Arreglé tus sandalias con un alambrito del pan y tomé prestado el dinero del jarrón;
sí, el del ropero ¡Casi lo olvido! ¿Recuerdas a tu novia? Después de ella tuviste tres
más y no funcionó.

Atte. Es un manual, no una carta.