domingo, 12 de abril de 2009

..::Plurinominales; apostarle a la democracia::..

Carlos Ramírez
Revista Vértigo
Domingo 12 de Abril de 2009
P. 34
Opinión / Historias del Poder

A comienzos de los años sesenta, el PRI tenía el carro completísimo en las elecciones legislativas.Y era difícil para la oposición ganar algún distrito electoral. Por eso el gobierno de López Mateos inventó una desviación de la democracia: en lugar de reglas electorales equitativas, abrió curules a la oposición en función de porcentajes de votos. Fueron los diputados de partido.
Hoy esos legisladores -transformados después por Reyes Heroles en la reforma política de 1978 en diputados plurinominalessson un lastre de la democracia. Resulta que los candidatos distritales compiten por un distrito y representan el voto directo de la ciudadanía. En cambio, los pluris no hacen campaña y se arropan del porcentaje de votos por paquetes de estados pero en la misma proporción que los distritales.
Sólo que a la hora de ejercer el poder legislativo, los que mandan no son los que sudaron la campaña por distrito y se vieron obligados a recorrer calles y casas en busca de votos, sino los pluris que ni por equivocación salen a la calle. Los líderes de las bancadas y sus equipos y las principales comisiones pertenecen a los pluris.
Los diputados y senadores plurinominales fueron una perversión de la democracia: lugares sobre todo para las minorías, pero en lugar de abrirse a la democracia. Y tan son una carga los pluris, que el propio pri que los inventó prepara una iniciativa para reducir los 200 plurinominales a nada más 100. Pero una verdadera democracia debe ejercerse directamente: 300 legisladores distritales y nada más.
La justificación actual de los plurinominales es hasta perversa: se trata de los espacios de políticos profesionales con capacidad y preparación, pero incapaces de hacer campaña en las calles y en el polvo. Pero por ello mismo se representan a sí mismos y no a una comunidad social. En este contexto, los diputados distritales podrían ser considerados los burros de trabajo de la política, pues solamente hacen el trabajo pesado sin tener privilegios a cambio. Peor aún, los diputados distritales que cargan con las campañas reales en las calles son muchas veces muy mal tratados por los plurinominales, esa casta divina de los políticos.
La verdadera reforma del Estado debiera desaparecer los diputados y senadores plurinominales y apostarle a la democracia directa: que ejerzan el Poder Legislativo quienes ganen en las calles. Pero los partidos se oponen porque en las calles ganan los operadores de la manipulación, el acarreo y la política del control social. Lo vimos en la reciente lucha por las candidaturas distritales: la peor política, los peores políticos.
Las condiciones que permitieron la creación de los plurinominales han desaparecido: la oposición al pri no sólo ha ganado distritos electorales suficientes para quitarle la mayoría al tricolor, sino que le arrebataron la presidencia de la república. Por eso el Congreso debe regresar a 300 diputados y 64 senadores. Con ello el país no sólo ahorraría hoy dinero que se despilfarra en legisladores innecesarios y obligaría a los partidos a profesionalizar la política no sólo en base al control de las masas sino a la capacidad política e intelectual para legislar, sino que se instauraría una verdadera democracia directa.
Los pluris fueron creados cuando en el país no había democracia. Hoy son un verdadero lastre para la democracia.

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