miércoles, 23 de diciembre de 2009

..:: Cambios que vale la pena preservar ::..

Cada año que pasa, la Navidad en mi casa se aproxima más a un día cualquiera.

No más visitas a familiares ni comida de temporada.
Se acabaron las noches ‘furtivas’ en las que mis primos y yo nos ocultábamos detrás de un auto, antes del silbido chocarrero de los fuegos de artificio.
Se extinguieron poco a poco esas madrugadas que sabían a media tarde.

He presenciado la evolución (o quizás el devenir) del pavo navideño en carne para hamburguesas, hasta su transmutación a últimos días en pizzas menudas.
Sin embargo, algo que difícilmente cambiaba, era la inexcusable presencia de cada miembro de la familia en esa noche.
Es por eso que este año será especial, ya que un miembro de esta familia vendrá pronto trayendo consigo a tres personas más.

Así es, la familia ha crecido. Donde alguna vez contábamos cinco, ahora somos nueve.
Yo sospecho que esta Navidad tendrá un sabor a ponche de frutas, desempolvará figurines y se adornará con luces.
Para un hombre de costumbres como yo (entiéndase: a uno que se le dificultan los cambios), me resulta curioso que todo haya cambiado.
Pero me es más peculiar aún, el hecho de no haberlo notado mientras ocurría.

Bienvenida entonces mi familia.
Que hace de un día cualquiera.
Una festividad.

1 comentario:

Bri dijo...

felish navidá!!!!!!!!
harto abrazo olor a jengibre! :)