lunes, 4 de agosto de 2008

Messenger...



Hoy en día, pensaba yo, es bastante práctico contar con el Messenger. Es casi como charlar por teléfono, sólo que puedes hacerlo con varias personas a la vez sin ningún incoveniente.

Justo ahora, pienso, que la cantidad de atención que uno puede prestar a varias personas al mismo tiempo depende de muchos factores: La rapidez con la que uno pueda teclear, la cantidad de contactos activos (en ventanas abiertas) que se tiene en línea y la siempre cambiante disposición con la que se quiera charlar con unos contactos más que otros.

Messenger nos ayuda pues a prestarle atención a una o muchas personas al mismo tiempo, así como para ignorarlas en mayor o menor grado.

Es aquí cuando uno comienza a establecer un código de comportamiento, sobre aquello que está dispuesto a tolerar o no cuando se conversa en línea; en otras palabras: Sobre lo que uno cree que no debería hacer a otras personas en línea y sobre lo que se cree que se puede hacer.

Ya sea que alguien nos escriba y pensemos que estamos obligados a responder o que esa persona comprenda que está bien si no lo hacemos.

Negar la admisión de uno o varios usuarios, es una opción que a muchos les causa conflictos. Comenzar una amistad por messenger o terminar (en ocasiones sin intención) con las que ya se tenían es una de muchas posibilidades.

Messenger es una puerta a abierta a . . . (Continuará)

No hay comentarios: