jueves, 30 de agosto de 2012

..:: Nuestro azul faltante ::..

Formas de (no) hacer política


Siempre me había preguntado por qué (si era tan tedioso), un político debía recitar un discurso previamente escrito, ante un público cansado de seguir una voz monótona cada vez que acudían a un evento público o privado. Porque además, lo que en esas hojas se leía eran palabras que se convertían en historias sin moraleja y pedestres metáforas acerca de un país: que como un barco en la tormenta, corría un rumbo incierto a menos que la gallardía y valentía de su tripulación lo guiara magistralmente a buen puerto. Por encima del embate de las olas que buscaban su naufragio.


Peor aún, cuando eventualmente las imágenes poéticas abandonaron ese discurso, comenzaron los eufemismos que atenuaban la realidad que se vivía en ese entonces. Como las miles de maneras de (no) decir devaluación: flotabilidad del peso, crecimiento negativo, recuperación desacelerada o falta de liquidez para hablar de la ausencia de presupuesto.

¡Y aún hay más! Vicente Fox inauguró una suerte de comedia stand-up que encontró como seguidores a toda la élite política que se movía entre víboras, tepocatas, chachalacas, trabajos que ni los ‘afroamericanos quieren hacer’. Sin embargo, el actual sexenio no es la excepción, con sus turistas esquivando shots de tequila, catarritos económicos... Y la lista no termina.

Mi pregunta inicial se disipa un poco, después de recordar lo que el actual presidente dijo en su primera declaración acerca del asesinato de varios jóvenes en Villas de Salvárcar en Ciudad Juárez, refiriéndose a los mismos como pandilleros ajustando cuentas. Un error de esta magnitud es posible cuando se deja de lado la importancia del cargo público que se ejerce y la responsabilidad que conlleva, sólo para abrirle lugar a la opinión personal; esta última no es por sí misma perniciosa, pero sí lo es la imprudencia con la que se expresa.

Hablando de incompetencia recapitulemos la siguiente declaración: “Con ingresos, ya no digas de 13,000 pesos al mes, con ingresos de 6, 000 pesos al mes hay familias mexicanas que tienen el crédito para una  vivienda, que tienen el crédito para un coche, que se dan el tiempo de mandar a sus hijos a una escuela  privada y están pagando las colegiaturas…”

Si se lee de corrido sólo podemos entender que con 6, 000 pesos al mes, algunas familias mexicanas pueden pagar el conjunto de cosas que se menciona. Ahora bien, usando el principio de caridad, quizá podamos  leer que esas familias pueden pagar al menos una o solamente una de las cosas dichas; con un sueldo mensual de 6, 000 pesos. Pero ahora resulta que Ernesto Cordero -autor de esta declaración-, en una entrevista con Adela Micha precisó que estaba tratando de hacer un reconocimiento a las familias que  percibían esos ingresos. ¿Será posible? Probablemente seamos nosotros los que no entendemos el lenguaje  político ni reconocemos un elogio cuando lo escuchamos.

‘Haiga sido como haiga sido’, el discurso político en México ha cambiado mucho desde los tiempos de Lázaro Cárdenas del Río, pasando de palabras cuidadosamente elegidas, al cinismo y la hipocresía de declaraciones que se acumulan una sobre otra hasta la banalidad.

¡Qué terrible es no tener memoria!

A esto cabe mencionar que ya tenemos antecedentes respecto a cómo se desempeña un anterior secretario de hacienda cuando se vuelve presidente. Ahí está José López Portillo que desempeñó su cargo como titular de Hacienda en 1976 y luego como presidente de la república 1976 a 1982, él nos regaló un largo trecho entre pagar $20.60 (de los de antes de Zedillo) por un dólar, a pagar $70.00, prácticamente un 240% más.

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