lunes, 24 de septiembre de 2012

..:: ¿Apología o información? ::..


El problema que tienen los medios de comunicación en estos días es la normatividad que han convenido de manera tácita con la política gubernamental. Misma que los obliga a escribir verdades estratégicas, que eviten provocar conflictos, desconfianza y sospechas que puedan desestabilizar a una sociedad.

Esto no es nada nuevo, después de todo las políticas gubernamentales y los medios de comunicación mantienen una relación paralela (en el mejor de los casos). Y cualquier institución que se desprenda notablemente de esa normatividad, recibe discretos llamados de atención. El más reciente ejemplo de dichos castigos lo llevó a cabo la administración federal, que redujo gradualmente, desde enero de 2009, la publicidad de sus dependencias en la revista Proceso. Otorgándole preferencia a otras líneas editoriales menos críticas.

Otro ejemplo en particular, fue la destitución de Carmen Aristégui del programa Noticias MVS en febrero de 2011, cuando hizo la siguiente pregunta durante su programa: «¿Tiene o no Felipe Calderón problemas de alcoholismo? Esto merece, insisto, una respuesta seria, formal y oficial de la propia Presidencia de la República.». La empresa MVS argumentó que ella había transgredido el código ético de la empresa, al haber presentado un supuesto rumor como noticia. No obstante, la gravedad radicaba en cuestionar algo tan sensible como la imagen del presidente de la República, independientemente de su salud.

Cuando hablé de la normatividad en los medios de comunicación, me refería precisamente a estos casos. En los que se compromete la objetividad y se antepone un código que debe respetarse “aún en las condiciones más difíciles y comprometedoras”.

Upton Sinclair lo expone de una manera más clara con la siguiente frase: "It is difficult to get a man to understand something when his job depends on not understanding it" (“Es difícil hacer que un hombre entienda algo, cuando su trabajo depende de que no lo entienda”).

Un periodista es en gran medida un escritor, sólo que el periodista tiene un compromiso sin licencias con la búsqueda de la verdad. Cuando éste se ve obligado a escribir una apología a través de la fabricación de efectos estéticos que tienen como base los actos de un Estado corrupto, la labor del periodismo pierde toda justificación.

A pesar de esto, en México no han faltado quienes logran encontrar en este escenario tan enviciado como el que se vive hoy en día, el único motivo legítimo para continuar su labor periodística. Aún a costa de su propia vida.
Pomarańcza

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