La historia del que ha sido un humilde hogar para muchos ex presidentes de México es muy divertida.
En 1853 fue adquirida por Don José Pablo Martínez del Río, miembro de una de las familias más adineradas desde los tiempos del México independiente. Familia que dicen, está ligada al mísmisimo Ruy Díaz de Vivar (Así es, El Cid).
Tan pequeña le resultaba la propiedad a Don José, que al rancho que construyó allí lo nombró La Hormiga. Con el tiempo, el lugar creció en edificaciones hasta convertirse en una maravillosa casita de campo, conformada por dos casas, caballerizas, una capilla y hasta un estanque con cisnes.
En 1934, cuando el entonces presidente Lázaro Cárdenas iniciaba su sexenio, eligió vivir en este lugar. Aunque el nombre de La Hormiga no le gustó y el romántico expresidente lo cambió por el de Los Pinos.
En 1941, Manuel Ávila Camacho, siguiendo sus instintos de cool hunter, decidió que también quería vivir allí. Convirtiendo el asunto en una tendencia para los sucesores de la silla presidencial.
Así es como un lugar elegido por Lázaro Cárdenas con el propósito de acercarse a la gente, resultó ser menos ostentoso que el Castillo de Chapultepec.
Si la residencia estuviera en venta no necesitaría gran promoción:
El Complejo Residencial Los Pinos está situado en pleno corazón de Chapultepec. Marcado con un estilo anglo-francés que recuerda los pueblos dañados por las triviales necesidades presidenciales. Jardines frescos y verdes, coloreados por los intensos tonos rojos, de las flores teñidas en sangre del pacífico, enmarcado por dos calzadas que se distribuyen en las áreas comunes. Enclavada en un entorno de incomparable belleza, que nos recuerda a los lujosos hoteles, complejos deportivos y campos de golf. Esto y más hace de Los Pinos un lugar idóneo para vivir y una excelente inversión.
Pomarańcza
No hay comentarios:
Publicar un comentario